En De qué hablo cuando hablo de correr, el escritor japonés Haruki
Marukami explica que realizar repetidamente cualquier acto, por trivial
que sea (y pone como ejemplo afeitarse), encierra una filosofía.
Murakami empezó a correr casi a diario en 1982, cuando tenía
33 años. En esa época fumaba 60 pitillos al día y pesaba algunos kilos
de más. Por si fuera poco, no sentía atracción alguna por el deporte,
del que había quedado harto en el colegio, y mucho menos por ideas del
tipo: “Venga, salgamos todos a correr y llevemos una vida saludable”.
El caso es que Murakami se apuntó a una carrera de cinco kilómetros y
quedó tan prendado del sonido de sus zapatillas sobre el asfalto como
lo estaba de Red Hot Chili Peppers. Pero, incluso para él, que ha
conseguido domar el lenguaje y escribir novelas tan brillantes y raras
como El pájaro que da cuerda al mundo y Kafka en la orilla, sigue siendo
un misterio desvelar qué lleva a una persona a sentir la necesidad
imperiosa de salir a correr casi a diario. Y esto tanto puede aplicarse a
los que corren vigorosamente golpeando con fuerza el suelo y cortando
el viento al avanzar, como a los que lo hacen con los hombros caídos,
los ojos entornados y resoplando ruidosamente. La cuestión es que los expertos no acaban de explicarse el constante
incremento de personas que participan en maratones y en otras carreras
populares. Algunos sostienen que se está volviendo a poner de moda un
ideal que predicaban los estoicos: conseguir la paz interior por encima
de los acontecimientos externos. Murakami prefiere no ir tan lejos e
insinúa que la clave del éxito del running radica en conectar con uno
mismo y en sentir la satisfacción de entregarse a fondo.
De hecho, Murakami comenzó a correr cuando decidió dedicarse
exclusivamente a escribir, por lo que sus novelas tienen mucho que
agradecer a sus piernas. Con todo, el mensaje más importante para
quienes no estén demasiado interesados en correr maratones y otras
gestas parecidas es que el 90% de las habilidades que difunden los
libros de autoayuda se puede aprender en pantalones cortos.
“Entrenarse para correr largas distancias o para cualquier otro
deporte que exija mucha fortaleza mental proporciona una serie de
valores que luego es posible aplicar en la vida cotidiana: disciplina,
constancia, superación, crecimiento personal, saber establecer objetivos
a corto, medio y largo plazo, aprender a trabajar bajo presión y a
sobreponerse a las adversidades”, explica la psicóloga granadina
Patricia Ramírez, que asesora a deportistas de élite.
De hecho, en los últimos años algunos psicólogos deportivos han
descrito los beneficios específicos del running. Para Rodrigo Cauas,
“los motivos que posee una persona para dedicarse a correr maratones,
medias maratones o cualquier otra distancia no siempre se relacionan con
sentirse saludable o bajar de peso”. En ocasiones, salir a correr tiene
que ver con reducir los síntomas de la depresión o el estrés, aumentar
la autoestima y meditar los problemas que plantea la vida diaria.
Así pues, tal vez de lo que habla Murakami cuando habla de correr es
de que el running es una filosofía de vida cuyo principal mantra se
encuentra en los versos de Machado: “Caminante, no hay camino, se hace
camino al andar”.
Siraj Bechich, director de la escuela de coaching CoachSi, propone
aplicar cinco principios para extrapolar los valores del running a otras
parcelas de la vida.
1.- Correr es la mejor escuela para fortalecer la voluntad.
2.- Una carrera de muchos kilómetros siempre comienza con un primer
paso. Con independencia de que la meta sea encontrar pareja o buscar
trabajo, lo básico es ponerse en movimiento.
3.- Cuando se ha recorrido parte del camino conviene volver la vista atrás para celebrar lo conseguido.
4.- En el transcurso de un maratón (deportivo o de la vida) siempre
hay que salvar algún muro. Cuando se topa con él, hay que elegir entre
aflojar el ritmo o reponer fuerzas para salvar ese obstáculo. Abandonar
nunca es una opción.
5.- Al superar un desafío se abren las puertas del siguiente. La
cuestión es seguir evolucionando y recordar que más importante que
llegar a la meta es disfrutar del camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario