La primera olimpiada de la era moderna se celebró en Atenas, en el año 1896. Durante la competición de atletismo, estaba a punto de darse la
salida a una serie eliminatoria de los 100 metros lisos. En ese instante, un atleta alemán observaba como un
contrincante francés se colocaba con mimo unos guantes escrupulosamente
blancos. Al preguntarle por qué hacía esto, el francés le respondió: "Es
que corro delante del Rey". El atleta alemán sorprendido por esta
respuesta le preguntó que otras pruebas iba a correr. Aquél le
respondió: "Los 100 metros lisos y la maratón". Ante la sorpresa del
alemán le explicó: "Mi preparación es fácil, un día corro una distancia
muy corta muy rápido y otro día corro una distancia muy larga a una velocidad muy
lenta".
El día de la maratón, cuando ya había oscurecido, el atleta francés
hacía su entrada en el estadio con las gradas absolutamente vacías, ni
siquiera el Rey estaba esperándolo a pesar de llevar cuidadosamente
puestos los guantes blancos en su honor. Había corrido una gran distancia a un ritmo muy lento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario